La dama de blanco by Wilkie Collins

La dama de blanco by Wilkie Collins

autor:Wilkie Collins [Collins, Wilkie]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 1860-01-01T05:00:00+00:00


NOTA:

(Desde este momento la escritura del Diario es ilegible. Las dos o tres líneas que siguen sólo contienen fragmentos de palabras embadurnadas con borrones y rasguños. Las últimas señales en el papel tienen cierto parecido con las dos letras L y A, primeras del nombre de Lady Glyde.

En la página siguiente del Diario se ven nuevas anotaciones. Están escritas con una letra de hombre, grande segura y clara. Están fechadas el 21 de junio. Dicen lo siguiente:).

[POST SCRIPTUM DE UN AMIGO LEAL]

La enfermedad de nuestra excelente amiga la señorita Halcombe me ofrece la oportunidad de gozar de un placer intelectual inesperado.

Me refiero a la lectura (que acabo de terminar) de este interesante Diario.

Son muchos cientos de páginas, y con la mano en el corazón declaro que cada una de ella me ha deleitado, me ha refrescado y me ha encantado.

Es una delicia inefable para un hombre como yo poder decir esto.

¡Admirable mujer!

Me refiero a la señorita Halcombe.

¡Estupendo esfuerzo!

Me refiero al Diario.

¡Sí! Estas páginas son asombrosas. El tacto que encuentro aquí, la discreción, el extraordinario valor, la admirable capacidad de su memoria, las observaciones agudas sobre los caracteres, la gracia natural del estilo, las hechiceras explosiones del sentimiento femenino…, todo esto que aquí se descubre ha aumentado enormemente mi admiración por esta criatura sublime, por esta incomparable Marian. Mi propio carácter está pintado con mano maestra y yo ratifico de todo corazón la fidelidad del retrato. Veo que debí de causar una impresión muy viva para que me describiera con colores tan rigurosos, tan ricos y tan jocosos. Una vez más lamento que la necesidad cruel que separa nuestros intereses nos coloque frente a frente. En circunstancias más favorables, cuán digno hubiera sido yo de la señorita Halcombe y cuán digna hubiera sido ella de mí.

Los sentimientos que anidan en mi alma me aseguran que estas líneas que ahora escribo expresan una gran verdad.

Estos sentimientos me elevan sobre toda consideración personal. De la forma más desinteresada atestiguo el ingenio de la magnífica estratagema, mediante la cual esta mujer sin igual sorprendió la entrevista secreta entre Percival y yo y la maravillosa precisión en recordar todo lo que dijimos, desde el principio al fin.

Estos sentimientos me han inducido a ofrecer al impasible médico que me asiste mis vastos conocimientos químicos y mis luminosas experiencias de los recuerdos más sutiles que las ciencias médicas y magnéticas han puesto al servicio de la humanidad. Pero él persevera en su negativa a beneficiarse de su asistencia. ¡Miserable!

Tales son, pues, los sentimientos que me dictan estas líneas de agradecimiento, de compasión y de cariño paternal. Cierro el cuaderno. Mi estricto sentido de la propiedad lo devuelve (por manos de mi mujer) a su sitio encima del escritorio de su autora. Los acontecimientos me apremian. Las circunstancias me llevan a preocupaciones más serias. Ante mis ojos se desenvuelven vastas perspectivas con una calma que me horroriza a mí mismo. No hay nada que sea propiamente mío, excepto el tributo de mi admiración. La deposito con respetuosa ternura a los pies de la señorita Halcombe.



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